miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Cómo visualizan el aula de clases dentro de diez años?

Ejercicio de visualizaciòn, enero 2012

De los diferentes aportes que se realizaron en el foro se desprende un modelo educativo vinculado con la visión de la sociedad y del hombre que se requiere y otro que plantea que la educación no debería estar subordinada a los intereses gubernamentales que pretenden orientar la educación de la población estudiantil en el sentido que más les conviene.

Con respecto a cómo será el aula del futuro, surgieron dos corrientes, una que plantea que será un aula sin alumnos, es decir, que éstos estudiarán desde la casa lo que les interesa y no estarán subordinados a un profesor que, aunque bien intencionado tiene que regirse por los dictados del ministerio respectivo. En esta corriente lo fundamental será la calidad de los textos virtuales, por supuesto acceso amplio a internet en donde el rol del docente será más de orientador a distancia. En esta corriente el vínculo cara a cara (profesor-alumno) no es fundamental y en caso de darse un dialogo sería a través mensajes en uno y otro sentido por medios telemáticos. Según las opiniones emitidas, en este modelo, el profesor será un fantasma que esta ajeno a la realidad de sus alumnos sin mediar emociones y sin una relación personal de mutua ayuda.

También se dejó entre ver las implicaciones que esta corriente tendría para el individuo (aislamiento social) con relación a lo que exige el mercado laboral (trabajo en equipo), ya que es de preocupar el futuro de la educación con un profesorado automatizado y haciendo mal uso de la tecnología. En este caso el problema no está en los instrumentos tecnológicos en sí mismos, sino en la forma como sean utilizados.

La otra corriente plantea que el cambio empieza por reconocer la utilidad de educación tradicional en los últimos doscientos años, brindarle una ovación... y dejarla ir. Que el aula del 2022 será fundamentalmente como la actual, que el educador más que defender de nuestros modelos, nuestra cultura, debe preparar al alumno para el cambio; es más, debe prepararlo para que él sea el generador del cambio, quien reinvente la sociedad del siglo XXI. En consecuencia, el toque distintivo estaría en el trabajo colaborativo, por proyectos, en donde la interacción social y la proximidad física en el aula seguirán siendo fundamental, complementado con herramientas computarizadas pero sin substituir al maestro-facilitador, aunque quizás sí al maestro-proveedor.

De esta opción se desprende que los docentes deben manejar un concepto de educación y de aprendizaje totalmente innovador. En este sentido, se hicieron propuestas de cómo debería ser el tratamiento de los contenidos de acuerdo a su naturaleza, así como también de cómo deberían estar dotadas las instituciones educativas para darles acceso a toda la comunidad a dicho material.

Igualmente indicaron que las actividades deberían estar dirigidas a facilitar la conexión del proceso de enseñanza-aprendizaje con la vida, con la tecnología, con la creación de espacios de cooperación, así como aprender a pensar y auto administrarse. Asimismo, se dijo que la evaluación se orientará a que los estudiantes aprendan a auto-evaluarse (qué quieren ser, saber y hacer); así como valorar el esfuerzo conjunto (trabajo en equipo) la socialización y responsabilidad grupal. Una evaluación que no penalice los riesgos o la creatividad.

Por último se planteó modificar la estructura organizativa de las instituciones educativas actuales por una forma de trabajo por proyectos, que propicie el trabajo en equipo y que facilite: la colaboración entre docentes, realizar planes para salir de la rutina, compartir experiencias dentro del aula y actividades extra clase, proponer y evaluar las herramientas y ambientes para la construcción de conocimiento y cómo evaluar.

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